lunes, 17 de mayo de 2010

Abordaje

“Que no sea Dios;
que seamos nosotros
los reyes del naufragio”
-Germán Carbajal-

Inevitable descubrir que en último caso
somos dos náufragos
bogando cada uno en su botecito/
empapados/resignados/
mirando los demás botes capear la tormenta de vivir
con movimientos algo nerviosos/ojos inestables/
volcando a cada rato entre gritos y aullidos.

Nosotros bogamos no tanto preocupados por el viaje común
(a nadie sabe dónde y a casi nadie importa)
tampoco por el vuelco
sino por el raro color del agua o los dibujos que formaban
las nubes/esas cosas que a muy pocos inquietan.

Y claro que volcábamos como cualquiera/pero sin gritos/
sabiendo inevitable
chapucear esas aguas
porque desde muy niños debimos usar ropa amarilla
de naufragio

(antes de que/entrada en emergencia/
fundaras un incendio en cada cenicero/
antes de que tus ojos
comenzaran a relampaguear/
antes de que
me esperaras sedienta
aquella noche bienaventurada)

mientras Ellos ni siquiera sabían
el color de las olas.
Entonces era también inevitable
que nuestros botes rolaran en el oleaje
nos viéramos y
creyéramos entendernos algún mensaje oculto/
extravagante/como que merecía ser descifrado.

Por eso atamos lado a lado los botes/para entender/
(cuando asombrados descubrimos que sí podían atarse)
y bogamos ya entre un oleaje que se ha hecho más fuerte
- porque dos botes suman
corazones sedientos
y eso pesa un montón -
pero también tenemos más
tonelaje/más estabilidad/
y alcanzamos picos de olas que antes no/
y vamos hacia arrecifes que antes no/
y unimos nuestras manos heladas que antes no/
llevando nuestros botecitos con cierta placidez
hay que reconocerlo
aunque siempre enfundados
en nuestro traje amarillo de
náufragos.

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