lunes, 17 de mayo de 2010

Duendes

Hay tan sólo una cuadra del amor al adiós.
No una cuadra cualquiera:
una cuadra repleta de duendes afligidos/alguno
extravagante/de pantalones verdes verticados de nieve/
que no lo pueden creer
que nos persiguen
se cuelgan de tu blusa/
alegan tumultuosos
en realidad virtual
los latidos aquellos las esperas traviesas
los éxtasis Nirvanas y alaridos
el roce de los dedos que encandilaba muros
el nervioso esperar ese día de noviembre
que tardaba y tardaba.
Los duendes – grandulones babiecas -
se echaron a llorar aglomerados
en el cordón de la vereda
gimiendo
“qué será de nosotros
nacidos de sus fuegos
vagando en esta cárcel de baldosas
ya para siempre nada”.

Señores duendes, es hora que lo asuman:
hay tan sólo una cuadra del amor al adiós.

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