lunes, 17 de mayo de 2010

Complicaciones

“Y mirá este pobre mozo cómo ha perdido el estado
amargado, pobre y flaco como perro de botón”
ESTEBAN CELEDONIO FLORES
(Viejo Smocking)

I

Es que yo no te extraño sólo a veces.
Siempre te extraño.
Cada vez que amanece.
Cada infinita noche.

Me desespera
advertir que el olor de tu piel
se va desvaneciendo
de la mía.
Me desespera
que dentro de unas horas ya no pueda encontrarlo/
que ni sábanas tenga que conserven tu olor
la huella de tu cuerpo
o el susurrar tu voz entredormida.
Tengo un lugar vacío/desolado/
entre hombro y cuello
que no sabe vivir sin tu cabeza.

¿Cómo puedo decirte
que yo no estoy hablando de los simples amores?
Porque amores habrás/todos habemos los dichosos amores
esos magnos prodigios en medio de la nada.
Pero estar con un otro como si estar consigo/
como si fuera asueto o recompensa/
ese saber al otro como se sabe el viento/
el mar/la luz/
sentirlo como huesos o latidos/
hablarse con ternura mientras la tarde muere/
vivir insensatez
/locura de estar juntos/
si no quedan más sitios
donde no puedan olerse
nuestros orgasmos/
eso va más allá de los amores/
le queda chico el traje/
es necesario
inventarle otro nombre/otro apellido.

Anduvimos
un millón de ansiedades para ser uno y otro
desafiando los vientos/las tormentas/los riscos/
el miedo y el escarnio
para ser uno y otro/
o quizás para ser únicamente.
Y zozobramos dos como gozamos uno
y luchamos de a dos como si fuera uno.
¿Dónde anclamos todo eso?

Eso es más que un amor y no se puede
extrañarlo nomás/como si habláramos
de una antigua fragancia de tilos callejeros
recordando mañanas de crayón y uniforme/
eso duele distinto:
duele como a la selva sus árboles tronchados
como suele dolerles a los mancos la mano que no tienen.

II

Perdimos la locura.
Perdimos la locura en algún punto opaco.
Ahora, sin embargo:
¿quién dice que es más sana, más sabia, más fructífera
la cordura doméstica
que esa locura mansa de tenernos
más allá de imposibles, convenciones y opuestos?

III

Es que dicen también que de la sensatez nunca se vuelve.
Que es cosa confortable ser juicioso.
Que uno se hace adicto.
Que sosiega los nervios
y nos deja afinados con Dios
o con el Diablo.
Es decir: uno sale sin practicar esquives laterales
ya no revisa espaldas ni controla
a quien otea sus pasos como lo hicimos tanto/
uno anda en paz/tranquilo/desahogado/pero
perdidos en corduras
jamás sucederá/otra vez/como antes/
cuando somos los dos y al cerrar de la puerta
apagábamos la hostilidad del mundo/
lo dejábamos fuera/adonde debe estar/
y alzábamos el nuestro/el verdadero/
jamás sucederá en ninguna otra parte
ese modo de hallarse desde adentro/
esa manera/nuestra/
de consumir las horas siendo hoguera/
sin pausa/sin descanso/centro del universo.


IV

¿Es culpable el poeta de ser eso, un poeta?
Es culpable sin duda de no sólo decir lo que otros callan
sino además de hacer lo que otros dicen
pero que jamás hacen:
los poetas
viven como poetas y no saben
vivir de otra manera.
Enojan al dinero/
son idóneos en sueños y desgracias/
desarmaron
antiguos sufrimientos y con sus ruinas
elevaron rampas directo al infinito
que no pueden tumbar sin deshacerse.

En ese sitio inmenso/sin puertos/sin fronteras/
en ese sitio inmenso
donde a nadie le piden documentos
bailamos nuestra danza de juglares/
danza que pocos bailan
porque hacen falta dos para bailarla
y es algo complicado hallar un otro
que viva los incendios de un poeta
(tal incendio consume
más que cualquier incendio)


V

Quise soltar tu mano.
Quise darle entidad a los opuestos.
Hacer lo que ellos mandan.
Ser a mi vez sensato y alejarme.
Elaborar mi duelo como ordenan los cánones
en casos como éste.
Pero no me dejaron los gritos/los aullidos rotundos
de cada pedacito de mi piel.
Me enviaban manifiestos en contra de soltarte
que amontonaron pilas más altas que el olvido.
Por eso me presento de nuevo ante los jueces
con más apelaciones/subterfugios/tramoyas/golpes bajos
y recursos de amparo.

No digas de olvidarte/
yo no puedo
ser cómplice de olvidos/yo no puedo
olvidar tus volcanes de poeta/
aunque vos los olvides
para no oír nombrar ni a Dostoievsky.
Si yo te vi crecer
llorar/cantar/romper/
treparte a mis abrazos como niña mimada/
hundirte en tus tinieblas de cara a la pared
y extenderme después/mucho después/
tu mano silenciosa para decirme estoy.
No digas de olvidarte. No se puede.

VI

Si no hallás la locura que te vuelva a mis besos
puedo morir de amor como murieron
esos bellos poetas de tisis moños negros
y tristezas gigantes.

Sí se muere de amor
sí que se muere.

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