lunes, 17 de mayo de 2010

Jugarretas

1)

Rafael habría elegido tu sonrisa.
Habría puesto en tu pelo una rosa dormida
dibujando tus manos casi como al descuido
sobre una falda ardiente.
Rafael
habría agregado una cinta a tu blusa
expectando tus pechos asombrosos.
Tus ojos ascua oscura incendiarían museos.
Tu pelo casi viento desbordaría del cuadro:
tenue estarías, eterna, sobre un manto escarlata.

2)

Tus caderas habrían enloquecido
más
al ya muy loco violín de Paganini:
vivirías musical y todavía
se hablaría del vaivén de tu andar
hecho escalas ansiosas, fugas inconcebibles
envuelta en los arpegios del delirante genio
de los dedos diabólicos.

3)

Esa sonrisa tuya, la especial:
¿acaso es el producto de un incendio
en mitad de tu cuerpo?
Esa sonrisa tuya, la especial:
¿puede ser que aparezca
cuando encienden tu sangre dioses ebrios?

Esa sonrisa tuya es una incitación a la lujuria/
un general al mando de un ejército raro
como de vida hirviente.

4)

Si hubieras vivido en aquel viejo Hollywood
seguro habrías tenido tu Rolls Roice/
arrastrado largos mantos de armiño/
diluvios de champaña cayendo en tu bañera/sin embargo
tu dulce corazón y esta pampa de estrellas te hicieron jugarretas y
elegiste dormir en las pequeñas camas de los viejos hoteles,
regalarme tus hombros para salvar mi vida.
Raro destino el nuestro en un mundo perdido.

Nostalgia de tu pelo casi viento
olvidando una rosa tenue por Rafael/
el turbional andar de tus caderas sin arpegios diabólicos/
(ni hablemos del Rolls Roice)

qué puede hacerse/
las sirenas nos buscan aulladoras
en todas las esquinas/
por eso esta noche dormiremos
apretados muy juntos:
el mundo está perdido y al fin
ya somos nuestros.

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